Y un año más hemos llegado al final del camino que iniciamos juntos ahora hace 21 días. Un camino lleno de incertidumbre y por que no decirlo, miedo a lo desconocido: un sitio nuevo, gente nueva por conocer, algunos repetidores... y sin saber qué nos iban a deparar estas tres semanas.
Pasó la primera semana y vuestros hijos (y nosotros) nos íbamos adaptando. Pero llegó Londres, el que todo lo cura, y a partir de aquí el tiempo empezó a volar. Y hoy recogemos los frutos que sembramos entonces para llevarnos una mochila llena de amigos, llena de experiencias con ellos y una mochila cargada con mucha felicidad y madurez, ya que estar lejos de vosotros durante este tiempo les ha hecho madurar y crecer.
Ya veréis, ¡los encontraréis mayores seguro! Mientras escribimos ésto, ellos bailan y disfrutan de las últimas horas con sus nuevos amigos y nosotros con ellos, tal y como lo hemos estado haciendo desde el primer día.
Con este disfrute hemos conocido todas las facetas de vuestros hijos: el esfuerzo de hablar inglés, de recoger sus habitaciones, de comer brócoli y otras verduras, de cuidar de los pequeños y de escuchar a los mayores con devoción.
Tenéis unos hijos adorables y los hemos querido mucho intentando ser un referente para ellos durante estos días. Os damos las gracias pues, por confiarnos a vuestros hijos aun sin conocernos personalmente ya que sabemos que no es fácil dejarlos ir a 1500 km de casa.
Así pues, mañana los tendréis de vuelta. Ya debéis tener ganas de verlos y que os cuenten todo lo que han aprendido a todos los niveles. Ahora toca disfrutarlos mucho que el tiempo apremia. Y si no preguntádselo a ellos, que se les han pasado estos 21 días volando.
Hasta el año que viene.
Muchos besos desde el fondo del mar.
Raquel y Gonzalo.